8 octubre, 2020 · Publicado por · Deja tus comentarios

La salud psicológica. ¿Llevas una vida emocionalmente sana?

Salud psicológica y bienestar

Cuando hablamos de salud psicológica o salud mental las ideas e imágenes que emergen en nuestra consciencia suelen estar relacionadas con trastornos, patologías, disfunciones, problemas…. Seguro que por ahí han aparecido la ansiedad, la depresión, las adicciones, o cualquier otra fuente de profundo malestar.

Sin embargo, la salud psicológica no sólo está relacionada con la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de los problemas mentales, sino que también abarca una amplia gama de actividades relacionadas con el bienestar emocional o bienestar psicológico.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Esto implica que la salud psicológica y el bienestar es cosa de todos. Trabajar para mantener y/o mejorar nuestro estado y funcionalidad a nivel psicológico es siempre un acto de responsabilidad personal y un marco de referencia y guía para el desarrollo, el crecimiento y la autorrealización. Va mucho más allá de cuidarse cuando existe un problema (buscar ayuda profesional, seguir unas indicaciones terapéuticas, prevenir recaídas…); la salud psicológica refleja una postura proactiva incluso cuando no hay problemas, define en gran medida  nuestro nivel de satisfacción vital, felicidad y ajuste y es un factor clave que determina nuestra respuesta ante las adversidades.

Allá por la década de los 80, un conocido psicólogo, Albert Ellis, desarrollaba, al amparo de su teoría “Racional Emotiva Conductual” 13 criterios para definir la salud psicológica de las personas. Ellis siempre ha sido un referente en la corriente cognitivo-conductual, la más popular en Psicología, y otros autores como Dryden y Bernard han hecho sus correspondientes aportaciones a lo largo de los años.

Hoy en día las contribuciones de Ellis siguen siendo muy relevantes dentro de la práctica de la psicología, tanto en su vertiente clínica como en la de desarrollo personal y coaching. Del trabajo realizado por estos autores extraemos y  exponemos a continuación algunos de los criterios que definen la salud psicológica; actitudes y comportamientos que se consideran equilibrados y beneficiosos para mantener y desarrollar nuestro bienestar y fortaleza emocional.

Criterios de salud psicológica

  1. Interés propio. Es emocionalmente sano interesarse en primer lugar por uno mismo y situar el interés propio un pelín por encima del de los demás. Lejos de ser ésta una actitud egoísta, como puede parecer, es más bien un signo de auto-cuidado. La gente que desarrolla un sano interés por sí misma se sacrifica también por los demás, especialmente por aquellos a los que quieren, pero sin dejar que esto les sobrepase o les anule. Cuando existe riesgo de sobrecarga, cuando se sobrepasan los límites, es emocionalmente sano y sensato ponerse a uno mismo en primer lugar como forma de protegerse y cuidarse.
  2. Interés social. Ingresar en grupos sociales o comunidades suele ser muy positivo. Relacionarnos con otros y formar parte de una comunidad o grupo nos hace aprender a vivir socialmente y adquirir una visión de conjunto, actuar de una manera más respetuosa, no vivir dentro de nosotros mismos sino aceptar la presencia de otros, preocuparnos también por su bienestar y co-crear con ellos entornos en los que podamos vivir más cómoda y felizmente.
  3. Auto-dirección. La gente emocionalmente sana asume la responsabilidad de su propia vida, toma las riendas, y asume el control. Esto no quiere decir que no cooperen con los demás o se dejen ayudar en determinados momentos. Buscan, de hecho, el apoyo de otros cuando lo necesitan, sin embargo, no se hacen dependientes de los demás, esperando pasivamente que elementos externos como la familia, los amigos, el gobierno, el trabajo… les provean y proporcionen bienestar, sino que se responsabilizan de ayudarse a sí mismos y adoptan una actitud proactiva.
  4. Auto-control. A pesar de que es importante asumir el control de nuestra propia vida, también es necesario discriminar qué está bajo nuestro control y qué es aquello que no podemos controlar. A menudo nos frustramos al vernos envueltos en una lucha por cambiar a los demás o cambiar las circunstancias. Un signo de madurez psicológica es entender la diferencia entre influir y controlar, aceptar la realidad de que solamente podemos controlarnos a nosotros mismos, nuestros pensamientos y conductas.
  5. Tolerancia y compasión por uno mismo y por los demás. Es sano también ser consciente y respetar el derecho de los demás a equivocarse, incluso cuando estemos profundamente en desacuerdo con sus decisiones o forma de actuar, dejar a cada uno vivir su vida como desee vivirla. Ser tolerante nos hace ser también más comprensivos y, por ende, más compasivos. Además, desarrollar esta tolerancia y compasión por otros nos llevará a ser más compasivos y tolerantes también con nosotros mismos, aceptando que somos humanos que fallan sin que eso nos haga menos válidos como personas.
  6. Flexibilidad. Es signo de madurez emocional estar abiertos al cambio, tener ideas flexibles y una visión pluralista del mundo, de uno mismo y de los demás. Si bien es necesario establecer algunas reglas que nos guíen, es importante que éstas no sean fijas y rígidas, pues se convierten en dogmas que no nos permiten adaptarnos a los cambios de manera sana y constructiva.
  7. Aceptación de la incertidumbre. Es una actitud psicológicamente beneficiosa aceptar la idea de que vivimos en un mundo de probabilidad, más que de exactitud; un mundo que está en continuo cambio, en el que no existe la certeza al 100% y, probablemente, nunca existirá. Aceptar la incertidumbre implica comprender esta idea y actuar en consecuencia; entender que no es horrible no tener el control absoluto o no saber con exactitud qué pasará y, aún así, seguir manteniendo cierto orden, disfrutando, tomando decisiones y alcanzando nuestros objetivos.
  8. Resiliencia. La resiliencia representa la capacidad de las personas de reponerse ante la adversidad. Las personas resilientes son capaces de hacer frente a los problemas a pesar de que puedan verse desbordadas en un primer momento, a veces incluso extrayendo un profundo aprendizaje de la experiencia que les ayuda a mejorar.
  9. Actividades significativas. Por lo general, resulta bastante saludable implicarse en algo fuera de nosotros mismos, actividades que tengan para nosotros algún sentido vital y algún componente creativo si es posible, que nos reporten un alto grado de satisfacción personal. Involucrarnos en proyectos que sean significativos para nosotros, que pongan de manifiesto nuestros valores personales y que nos permitan desarrollarnos y crecer nos hace mucho más felices y nos aporta mayor satisfacción y bienestar.
  10. Pensamiento científico. A diferencia del pensamiento popular, el “pensamiento científico” es objetivo y racional, se basa en evidencias y no en conjeturas. Es un pilar fundamental del bienestar psicológico mantener un marco de referencia que nos permita dar un paso atrás y contemplar los hechos desde una perspectiva global y objetiva. Esto hace que no actuemos de manera impulsiva o nos dejemos llevar por nuestros sentimientos, sesgando la información y respondiendo de manera automática y descontrolada. Al contrario de lo que pueda parecer, el pensamiento científico no nos hace fríos y calculadores. Al adoptar una postura objetiva seguiremos experimentando emociones e impulsos, pero podremos también reflexionar sobre ellos y sus consecuencias y utilidad, regulándolos junto con nuestros pensamientos y acciones para dar respuestas más ajustadas a las distintas situaciones.
  11. Auto-aceptación. Aceptarse a uno mismo de manera incondicional, por el simple hecho de estar vivo, y no someterse a un continuo juicio valorativo. Es un error cuantificar nuestra valía personal en función de nuestros logros externos o de lo que otras personas piensen de nosotros. Tampoco es sano valorarnos de forma global a partir de comportamientos concretos o hechos aislados. Al contrario, las personas que se aceptan de manera incondicional comprenden su realidad personal de una manera más realista y justa, pueden cambiar aquello que no les hace bien y tienden a seguir su propio camino más que dejarse llevar por lo que los demás determinen o lo que se supone que deben hacer pero no desean.
  12. Asumir riesgos calculados. La gente emocionalmente sana acepta riesgos y desafíos razonables. De hecho, uno de los mayores obstáculos que impiden desarrollarse y crecer personalmente es mantenerse en la famosa “zona de confort” por miedo a arriesgarse y fracasar. Jugar a lo seguro no te va a dar esa sensación de estar viviendo realmente. No es malo sentir miedo, aunque tampoco es seguro arriesgarse de manera alocada o insensata. Se trata más bien de no quedarse en la zona de confort siempre y atreverse a ir un poquito más allá, intentar, fallar unas veces y acertar en ocasiones.
  13. Capacidad de postergar la gratificación. Las personas somos hedonistas por naturaleza; buscamos el placer y evitamos el dolor, no hay nada malo en ello. Sin embargo, es importante no moverse siempre por la inmediatez y saber que, en ocasiones, lo que deseamos no se puede conseguir de manera inmediata. Es un criterio de adaptación psicológica el saber resistir los impulsos, hacer un ejercicio de autocontrol y rechazar la recompensa rápida en pos de un mayor beneficio posterior. Esta capacidad de demorar la gratificación nos permite controlarnos y gestionar mejor nuestros recursos y es un pilar fundamental en la consecución de metas y objetivos.
  14. Antiutopía. Es emocionalmente sano aceptar que las utopías no existen, que son inalcanzables y que nunca se podrá conseguir absolutamente todo lo que se quiere. No existe la perfección, ni la ausencia total de dolor, ni la felicidad total… Aceptar este hecho “descarga” a las personas de imperativos y sinsentidos y les ayuda a trabajar por sus metas protegidos de la tiranía del perfeccionismo.
  15. Responsabilidad personal. Ante una adversidad es sano aceptar que tenemos una parte de responsabilidad en nuestro propio malestar y sufrimiento, más que culpar a los demás, a las circunstancias o al mundo por nuestra forma de reaccionar. Lo cierto es que, a pesar de que el entorno y los demás pueden influir poderosamente en nosotros, también tenemos cierto grado de control sobre nuestros propios sentimientos, pensamientos y conductas autodestructoras.

Y tú, ¿tienes actitudes emocionalmente sanas?

¿Con qué frecuencia sigues estos criterios? ¿En qué grado dirías que estos principios están presentes en tu vida y dirigen tu forma de pensar y actuar?

Si tienes interés por explorar en qué punto te encuentras, te invito a que valores en una escala del 1 al 5 en qué medida están presentes cada uno de estos criterios o en qué medida los sigues en tu día a día, siendo 1 “casi nada o nunca” y 5 “muy seguido, siempre o casi totalmente”.

Cuando hayas puntuado todos, haz un repaso e identifica aquellos principios que has puntuado con un 4 o con un 5. Estos criterios representan actitudes y hábitos saludables que te interesa mantener porque son beneficiosos para ti y para tu bienestar. Te van a reportar mayor satisfacción contigo mismo, con la vida y con los demás y son una fuente de protección ante las adversidades, ¡así que sigue adelante con ellos!

Seguidamente, identifica los factores que has valorado con 1 ó 2 puntos. ¿De qué manera crees que podrías tenerlos más presentes? ¿En qué área te gustaría mejorar? ¿Cómo crees que mejoraría tu vida si desarrollaras esas actitudes saludables?

El coaching, como herramienta de desarrollo personal, puede servirte para identificar y establecer objetivos de crecimiento y mejora en una o más de estas áreas, así que si te sientes insatisfecho y crees que puedes sacar más de la vida y de ti, recuerda que siempre puedes contar con nosotros.

Si quieres saber más sobre cómo podemos ayudarte haz clic aquí.

 

Referencias:

Bernard, M.  E. (2011). Rationality and the pursuit of happiness. The legacy of Albert Ellis. Chichester: Wiley-Blackwell.

Dryden, W. (2011). Understanding psychological health: the REBT perspective. New York: Routledge.

Dryden, W. (2017). Very brief cognitive behavioural coaching (VBCBC). New York: Routledge.

Ellis, A. y Dryden, W. (1989). Práctica de la terapia racional emotiva. Bilbao: Desclée De Brouwer.

Ellis, A., & Bernard, M.E. (1985) (eds.). Clinical applications of Rational-emotive therapy. New York: Plenum.

 

Psicóloga experta en coaching y directora de Bakatia. Miembro de la International Society for Coaching Psychology.

Comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *